'La que se murió de amor' |
Este silencio estridente que todo lo invade.
Graba como cuña, las falacias en mi corazón cetrino.
No hallan la paz estos jirones de piel sin vibraciones.
Mis manos como garras laceran lo que queda
coronas marchitas...
Soy María García Granados, y desde un oscuro pasaje de mi alma, hará brotar sinuosos los fantasmas del ayer.
Martí por esos años. |
El era un joven apuesto y risueño, inteligente e intrépido. Su personalidad rebasaba y enaltecía su figura magna, su espíritu escapaba estrepitosamente por sus poros. Era apenas 8 años mayor que yo. Volvía de México huyendo del exilio. Y allí, en la academia de la cubana Margarita Izaguirre donde normalmente asistía, con mis jóvenes 16 años, sería una de las discípulas de José Martí.
José despertaba en mí sensaciones que me inquietaban. Había algo entre nosotros, una percepción fuera de lo común. Ninguna palabra era necesaria a la hora de comunicarnos, nuestras miradas, el roce ocasional de nuestras manos, el respirar el mismo aliento.
Mi padre, don Miguel García Granados, había sido presidente de la República y el líder de la revolución liberal. José era bienvenido en las tertulias familiares y jugaba al ajedrez con don Miguel, en tanto yo los acompañaba discretamente ejecutando algo de música en mi piano.
Nuestra atracción fue creciendo voluptuosamente y al cabo de un tiempo nos amábamos con locura. Pero Él se hallaba comprometido con la cubana Carmen Zayas Bazán, a quien le había prometido matrimonio. Así fue entonces que José ese mismo año partió hacia México. Me juró que volvería para hacer realidad nuestro amor mientras sus lágrimas tibias recorrían sus mejillas y humedecían mis manos temblorosas. Yo juré esperarlo fielmente durante toda mi vida.
A su regreso , cuando salí al mirador, para cerciorarme de su arribo y bienvenirlo, fue que lo vi acompañado de su nueva esposa, y así... como si nada... Días más tarde le envié una misiva. Necesitaba volver a verlo, hablar con él, sentirlo cerca y quizá también sentirlo mío.
"Hace seis días que llegaste a Guatemala, y no has venido a verme. ¿Por qué eludes tu visita? Yo no tengo resentimiento contigo, porque tu siempre me hablaste con sinceridad respecto a tu situación moral de compromiso matrimonio con la señorita Zayas Bazán.
Te suplico que vengas pronto,
Tu niña."
No hubo respuesta...
A medida que me iba adentrando, la frescura del agua redimía mi pena, acallaba mi dolor, me mecía lacia en un vaivén tornasolado y sin abrigo. Esa caricia húmeda y helada en todo el cuerpo va callando el fuego visceral que me consumía. El arrullo de un oleaje tierno me invitaba a avanzar más y más hacia el abrazo profundo de mi sino.
Te llevaste tu amor, querido mío, y me dejaste vacía. Nada ya podrá salvar del escarnio a este corazón en llamas, que clama exaltado de pasión y de ira. ni siquiera esos tibios versos de tu despedida:
LA NIÑA DE GUATEMALA
Quiero, a la sombra de un ala,
contar este cuento en flor:
La niña de Gautemala,
La que se murió de amor.
Eran de lirios los ramos,
y las orlas de reseda
Y jazmín: la enterramos
En una caja de seda.
... Ella dio al desmemoriado
Una almohadilla de olor:
El volvió, volvió casado:
Ella se murió de amor.
Iban cargándola en andas
Obispos y embajadores:
Detrás iba el pueblo en tandas,
Todo cargado de flores.
... Ella, por volverlo a ver,
Salió a verlo al mirador:
El volvió con su mujer:
Ella se murió de amor
Como de bronce candente
Al beso de despedida
Era su frente ila frente
Que más he amado en mi vida!
...Se entró de tarde en el río,
La sacó muerta el doctor:
Dicen que murió de frío:
Yo sé que murió de amor.
Allí, en la bóveda helada,
La pusieron en dos bancos:
Besé su mano afilada,
Besé sus zapatos blancos
Callado, al oscurecer,
Me llamó el enterrador:
¡Nunca más he vuelto a ver
A la que murió de amor!
(José Martí).
Unos años más tarde, el 19 de mayo de 1895, en Dos Ríos, José Martí Pérez también moría de amor... por su Cuba natal.
Un casual y conmovido abrazo...
Hortensio.
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