Siempre repito a mis amigos que soy un aficionado a la historia carente de erudición, pero inmensamente curioso e investigador de temas que me apasionan; uno de ellos es la formidable figura humana del 'Obispo' Osio de Córdoba y su relación con el emperador Constantino I, como asesor de temas de cristianismo en su imperio. Hoy solamente les voy a contar dos de los episodios más trascendentales de esa relación de 'amistad' que duró toda la vida del emperador y más allá con sus descendientes.
Primera anécdota histórica.
El primero y de gran importancia fue la guerra que Constantino le declaro a Majencio, en aras de unificar el imperio; Osio formaba ya el séquito del emperador como asesor espiritual de los soldados cristianos que por su intervención entraron a formar parte de los cuarenta mil (40.000) hombres que invadieron la península itálica, junto con aguerridos romanos de oriente, germanos y britanos. Majencio contaba con ciento diez mil (110.000) hombres. Constantino cruzo los Alpes. Tomo ciudad tras ciudad del norte italiano entre ellas Milán y Turín y por último cayó Verona y se encaminó a Roma con su ejercito en malas condiciones. El emperador Majencio se fortifico en Roma, mandando destruir el famoso puente Milvio (puente suave) que conectaba a Roma con la Vía Flaminia, única entrada a la ciudad por el norte sobre el río Tíber.
Sabiéndose superior en número de efectivos, tomo ya no la decisión defensiva sino de ataque, para ello mandó construir un pontón sobre el Tíber, que permitía ser cortado a la mitad si luego de la batalla los enemigos los pudiesen perseguir y mando a su ejercito pasar el Tíber y esperar a Constantino en la ribera norte del puente Milvio y con la orden de presentar batalla el 27 de octubre del año 312. Según los espías de Constantino el emperador de Roma los superaba en proporción de tres a uno con tropas bien equipadas y descansadas, ésto desmoralizó a sus oficiales y de por sí a sus tropas... es aquí en donde entra la genialidad de Osio de Córdoba; le dice al emperador que el sabe como ganar la batalla si le hace caso a su consejo... y Constantino tuvo una visión (la que le dijo Osio) miró al cielo y en un espacio abierto entre las nubes apareció un signo luminoso que no era otro que la cruz-monograma de Cristo con una leyenda en latín que decía: 'In hoc signo Vinces' y que todos los escudos debían llevar pintado el lábaro o signo de la cruz en sus escudos y estandartes.
Constantino con Osio a sus espaldas, mira al cielo y entre nubes ve la cruz. |
Entonces Osio, 'El genio del cristianismo' mando mensajeros cristianos expertos nadadores que cruzaran el río y dieran la noticia a todos los cristianos de Roma y sus catacumbas para que se presentaran en ayuda del emperador de Cristo que venía en su ayuda para liberarlos... cuenta la leyenda que salieron miles de hombres de todas las edades que empuñaron las armas equilibrando así las fuerzas; el día de la batalla los fanáticos cristianos abrieron la vanguardia y se lanzaron a morir por Cristo y su enviado el emperador; fue tanto su arrojo que a las pocas horas cuando entraron en combate las fuerzas frescas de Constantino, ya los cristianos habían sembrado el desorden en los Romanos de occidente... la batalla estaba ganada y Majencio ordeno la retirada para fortificarse en Roma, la única vía era el pontón de madera que no resistió el peso atolondrado de los soldados en su huida y el propio Majencio falleció tras ahogarse en el río en un desesperado intento por escapar; recuperado su cuerpo lo adornó y en un catafalco exhibió su cadáver que precedió la entrada triunfal del monarca en una Roma ya unificada.
He bebido ésta historia de los escritos del historiador Lactancio, lo mismo que de Eusebio que coinciden en la visión premonitoria de Constantino y su charla nocturna con Jesús que le anunció su triunfo a cambio de dejar las persecuciones a su pueblo y la promesa de convertirse al cristianismo, cosa que jamás quiso hacer sino hasta el final de sus días en los que Osio logró que cumpliera el pacto que hiciera con él y con el dios cristiano, en vísperas de la batalla del puente Milvio. Pero sí, en contraprestación Constantino nombró al 'Viejo Osio',- (como cariñosamente le llamaban a sus espaldas) al que admiraba y quería- como su principal consejero en asuntos de religiones.
El emperador, ordenó que en conmemoración, cada año por la fecha de la batalla, todos los ciudadanos del Imperio Romano, deberían poner en sus frentes y con cenizas (en recuerdo del triunfo y de los muertos de la batalla) el signo de la cruz y debían repetir la frase latina: 'In hoc signo vinces'... ¿consejo de Osio? nada tiene de raro, lo cierto es que la actualidad existe todavía ese rito pagano, llamado por los católicos posteriores... 'Miércoles de Ceniza' ¿se acuerdan? por ahí se siente Osio el obispo de Córdoba que la iglesia que tanto amó y creó, lo sacó de los altares y tendenciosamente lo ha ignorado... "Así paga Dios a quien bien le sirve" dice la sentencia popular.
Por ahora me despido con un abrazo y en unas horas, les contaré la segunda anécdota de este gran personaje de la historia del cristianismo y les daré alguna bibliografía para los que quieran saber más sobre él...
Poster con el que se está invitando al congreso 'reivindicatorio' de Osio. |
Por ahora me despido con un abrazo y en unas horas, les contaré la segunda anécdota de este gran personaje de la historia del cristianismo y les daré alguna bibliografía para los que quieran saber más sobre él...
Un fuerte abrazo si han pasado por aquí...
Hortensio
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