Si nada nos salva de la muerte,
al menos que el amor nos salve
de la vida.
Pablo Neruda.
De nuevo con Abigail Sandoval, y su oscuro lirismo trágico, siempre en su visión intimista, desinhibida y descarnadamente valiente, es preciso sentirla, leerla y oírla en éste nuevo Plácido domingo...
El sabor de tu piel...
los que me hacen pensar en la eternidad del
tiempo y de cómo se sumerge la vida en los
avatares del destino.
El viento del pasado se cuela por las grietas
de la memoria sintiendo el frío gélido de la
intemperie danzando con la lluvia.
Sorbos lentos que bebo en el triste amargo de tu
ausencia, esa que me dejó tu partida aunque haya
aprendido a amar la distancia a mi manera,
mi llanto se secó con la última lágrima de mis ojos,
aunque la sombra de la melancolía luche por hacer
llorar mi corazón.
El sabor de tu piel me habita aunque siempre
esté sola y todo se me escape, y huya de mí la
sonrisa de una felicidad perdida... tormento y
ternura que al tiempo se marchitaron en noches
de insomnio estéril...
El ocaso de una vida... |
Nada tan cruel y real como la vida misma,
pesimismo, desesperanzas y angustias que
manejan las emociones.
Perdida en el túnel negro e interminable de
mi soledad, no veo luz al final de ese socavón
en que se ha convertido mi existir... vida es una
palabra corta, pero la existencia, mi subsistencia
es larga, real, desventurada.
Me falta tu mano para atravesar el miedo que
vence a las ganas de vivir, derrotando y
sometiendo a ese tiempo presente en ir más allá
de todo lo anhelado de todo lo perdido.
¿Dónde estoy? parece que no importa...
¿Cómo me siento? mal muy mal pues en vano
no dejo de creer que somos mente y cuerpo,
con tu despedida esos labios se llevaron tu sabor
y tu ternura de hombre bueno que se convertirá
en el ayer y luego en el recuerdo que nos llevará
al infame olvido en el momento en que me reúna
contigo en la inmensidad del Universo.
Dolor, aflicción, pena infinita que no justifica
sentir que con cada amanecer sienta la muerte
una y mil veces sin que se apiade de mí... basta
ya no más todo para mí se ha roto en fragmentos
imposibles de unir; agua furtiva de tu manantial
errante y perdido que solo ha dejado sus huellas
en mi alma tibia que con el andar de las horas se
convierte en gélido susurro que se desvanece en
un raro sudor de agonía.
El eclipse de la vida antesala de la muerte. |
Angustia, pesadumbre de una pena que hace zozobrar
mis emociones al sentir que te estás convirtiendo en
el fantasma de mis tristezas, perdido por los rincones
de mi mente cuidando que mis ansias de morir no se
hagan una realidad.
Te busco y tu lo sabes, pero no se
dónde encontrarte, es entonces cuando me doy cuenta
que las almas buenas se diluyen en la eternidad del
infinito callando el tormento de no poder tener en sus
brazos a aquella ha quien brindó su amor.
Y estaré a la espera inquieta de que se llegue ese tiempo
silencioso en el que se puedan reunir en el misterio
inescrutable de un 'para siempre' tu vida y la mía...
Abigail Sandoval.
Ciudad de Sogamoso. Abril 2019
Un abrazo... si pasas por aquí.
Hortensio.
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