La Inquisición.
¿Cómo puedo llamar sabio al rey Fernando
si enriqueció a mi pais, mientras él mismo se
convirtió en un mendigo?
Sultán Bayazid II
En éste Plácido domingo, inicio una nueva sección en mi bitácora que llamaré: "¡Los invito a recordar!" y que mejor inicio que con una invitada muy especial y polémica: 'La Santa Inquisición' "siempre presidida por El Espíritu Santo", una institución eclesial marcada por el fanatismo, su intolerancia y su crueldad rayana en el más cruel y estúpido sadismo.
Para iniciar una pequeña gran serie de personajes olvidados y eventos que marcaron nuestra historia universal así como de nuestra memoria doméstica... Hoy, y como respuesta a muchas inquietudes que surgieron a raíz de una pequeña fotografía que apareció en WhatsApp, es bueno tener alguna ilustración sobre el tema de lo que compartí con mis amigos de esa red... ésta fue la pequeña maquinita de la discordia:
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Esta pequeña maquina de horror fue diseñada por petición de la secta católica de la orden de los predicadores dominicos en el siglo XV, para torturar a científicos, escultores y pintores, artistas en general y desde luego escritores, rompiéndoles sus manos y deditos por ser unos malditos herejes que iban contra los dogmas de la Iglesia que se inventó el sicario asesino, Saulo de Tarso. |
Pero hoy no hablaremos de la sofisticada maquinaria de muerte puesta a disposición de sus asquerosos verdugos y que el gran inquisidor premiaba por ingeniosas, sino de sus demenciales resultados y de su ejecutor en la España de los Reyes Católicos... el tristemente celebre Tomás de Torquemada... uno de los individuos más siniestros de la historia de España y Europa, y cuyo legado nos ha llegado "macabramente vivo" hasta nuestros días. En el siglo XV su nombre causaba terror, pues había creado la máquina de represión religiosa y política más formidable y eficaz de la historia: La Inquisición española.
Uno de los registros históricos más confiables de las estadísticas 'criminales' de la Santa Institución, se le debe al Comisario del Santo Oficio y secretario de la Inquisición en la corte, el sacerdote católico, don Juán Antonio Llorente (1756-1823) quien por las funciones, propias de sus cargos, tuvo acceso privilegiado a las actas antiguas y actuales - para él- del 'Santo Oficio' que estaban custodiadas celosamente en 'El real monasterio de San Lorenzo de 'El Escorial' por orden del "rey monje" Felipe II desde 1598. Documentado rigurosamente por su posición de Inspector, acumuló gran información para proyectar su obra en 4 volúmenes sobre la Inquisición en España. Casi que con exactitud nos dice que el número total de herejes quemados en la hoguera durante la Inquisición española fueron de 32.912 confirmados en actas oficiales, pero con un adicional número de personas que murieron como consecuencia de torturas e infames maltratos, el investigador los estima entre 100.000 y 125.000 personas. Unas 300.000 que fueron llevados a juicio y obligados a "servir penitencia" se salvaron milagrosamente de morir. Ahora, si pensamos en juicios sumarios y cacerías perpetradas por los sicarios y asesinos al servicio del Santo oficio llamados "Los familiares", entonces los números se elevan dramáticamente... y las cifras entre España y Portugal se elevarían a casi el millón de seres humanos.
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La Pera... pequeña pero letal... era introducida por boca, vagina y ano. |
Dependiendo de la acusación. A los predicadores heréticos por la boca, a las brujas y prostitutas por la vagina y a los homosexuales por el ano, una vez adentro mediante un tornillo se abría y se hacia girar mutilando las cavidades. Los desgraciados morían desangrados e infectados.
Aunque su vida privada - la del fraile dominico- la mantenía celosamente oculta, de una forma hermética y desconocida, muy poco se supo de su intimidad, pero siempre se llega a saber algo y esta vez por intermedio de uno de sus "familiares" y guardaespaldas, quien la comentó exponiéndose a morir en 'mandamiento de confesión' al estar mortificado por no haber ayudado a escapar a una víctima directa del frio y sádico monje. La infidencia se supo y algunos historiadores rescataron la curiosa anécdota que cuento tal cual la leí, suprimiendo las comillas:
Parece ser que Torquemada, un hombre al fin y al cabo, sintió una gran pasión por una joven llamada Concepción Saavedra. De tal manera que ordenó a sus agentes que la buscaran allá donde viviera y la llevaran a su presencia. Cumplida la orden y estando la joven frente a él, el frio e insensible monstruo intentó seducirla, pero antes solicitó los servicios de una matrona para ver si, como creía, era virgen. La matrona asintió tras examinarla. Al día siguiente, y tras una noche de pesadilla, la joven fue trasladada a una estancia ricamente adornada en la que, además, aparecieron ante su vista ricos vestidos y costosas joyas. En un primer momento se ilusionó frente a aquellos presentes, pero enseguida se dio cuenta en qué situación se hallaba, y se puso a temblar.
Concepción, era una bellísima joven andaluza, morena, de cuerpo grácil y atractivos innatos. Su padre había muerto en una emboscada tendida por las tropas castellanas a los moriscos, con los que se hallaba. Entonces comprendió que la habían llevado a la sede de la Inquisición y se hallaba a merced del Gran Inquisidor. Sin embargo, a la mañana siguiente la despertó el roce de unos labios y un olor penetrante de un perfume. Al abrir los ojos vio junto a ella a Torquemada. Muy asustada, se tiro del lecho y se arrodilló ante el dominico, besándole el anillo que adornaba su huesuda manos. La joven preguntó cuál era el motivo por el cual se encontraba allí. Al instante le respondió con sentidas alabanzas a su belleza y a su cuello nacarado, a esos ojos turbadores y otras lindezas de enamorados.
La víctima intentó huir, pero el inquisidor la persiguió y la acorraló. Entonces llamó a sus criados y les ordenó que la desnudaran y ataran al lecho. Allí mismo acabó con la doncellez de Concepción. Tras aquel atentado al pudor de la joven, el monje pudo asegurar a sus serviles que le había hecho feliz y que, sin duda, ella también lo había sido. Pocos días después de esta violación, Concepción Saavedra moría achicharrada en una hoguera levantada en una céntrica plaza de Sevilla.
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A las meretrices y las prostitutas se les marcaba con hierros candentes cuando se negaban a dejar su oficio corruptor, se les torturaba como animales muchas veces hasta en la cara. A ese grado de bestialismo llegó el "Santo oficio" de la Inquisición. |
Torquemada murió el 16 d septiembre de 1498 a los 77 años, atormentado por pesadillas recurrentes, por la gota y otras enfermedades que nunca se determinaron tras casi 17 años de físico 'terror' y de haber convertido la sospecha en la regla de oro de las que nacían la persecución, la delación, la presión, la tortura y la muerte.
En el año de 1832 su tumba en el monasterio de santo Tomás fue saqueada, dos años antes del fin oficial de la Inquisición. Sus huesos fueron extraídos e incinerados en una hoguera y en medio de un ritual, como si le hubieran aplicado un auto de fe... su figura se fue olvidando y atrás quedaba la más negra historia del oscurantismo español.
Un abrazo fraterno.
Hortensio.
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