domingo, 3 de junio de 2018

La tragedia de Susana.

El paso del tiempo deja miles de preguntas sin contestar
y aclara dudas que parecían imposibles de encontrar una
certeza.
Farwel.

¡Susana...!
Un saludo. En éste especial Plácido domingo, volví a recordar a Susana... ¿se acuerdan? y 12 años después al pasar por el frente de aquel bar en donde la conocí, un impulso irrefrenable me llevo al interior del mismo, ya no estaba allí pero me dieron las indicaciones de donde podría encontrarla; no quedaba muy lejos de aquel lugar, solo que en esa dirección se encontraba la llamada 'zona de tolerancia' en un sector de poca confiabilidad, peligroso, y en donde el alumbrado público se encontraba en 'penumbra de luz', deficiente pues muchos focos estaban rotos a propósito, la poca luz salia de los letreros de neón y otros destellos de los antros del sector.

Estaba decidido a encontrar a Susana, nuestra corta pero intensa relación nos había marcado, ella me decía que jamás me olvidaría a pesar de los rumbos que tomaran nuestras vidas... y ahí estaba el lenocinio con su ambiente penumbroso y mal oliente, pero se me hizo "fantástico" por su sordidez innombrable, donde el olor a sudor, cerveza y cigarrillo, se mezclaba con el de la mariguana. Entrar era dar un sobresalto a lo desconocido, ese que infunde cierto temor y respeto a la vez, pensé en el concepto vago y sencillo de que, 'no hay vida sino hay muerte' y seguí con paso muy lento internándome en su intestino para adaptar mis ojos al ambiente.

Madura en pena. (Mónica Ozamiz)

Era sin dudarlo una forma de vida que transcurre al borde de la navaja, la sombra del interior era débil, entre oscuridad y luz oscurecida, mas bien, ocluida u opacada intencionalmente; ello contrastaba con la grisura de las paredes... 'sucias por siempre' y allí estaba Ella, sentada en una mesa caprichosamente ubicada en un rincón. Su figura se veía manchada de desnutrición, su cara que fue bella, de una belleza extraña pero bella, mostraba un agotamiento - no solo físico- interior que se podía palpar desde la distancia de un suspiro... se veía extraña en su deterioro.

Cuando notó mi presencia, ya era tarde, trató de ocultar su rostro bajando la cabeza sobre la mesa
y dejando caer su frondosa cabellera sobre su cara ocultándola de lleno, pero repito, su maniobra fue tardía, la había localizado en su mundo de miseria y desamparo, víctima de una realidad inclemente, despacio levanto su cabeza y sus ojos verdes que habían perdido ese brillo vivaz que era tan suyo, chocaron con los míos que brillaban por efecto de las lagrimas que se resistían en resbalar: ¡Hortensio...! me gritó con un murmullo que tronó en mis oídos y su cara se desencajó como si hubiese visto a un Leviatán.

Su cara manchada de desnutrición...
Me acerqué a su mesa y me senté a su lado, trate de tomar una de sus manos, pero Ella la retiró como si la hubiese quemado... Susana, mi querida Susana, que es lo que ha pasado, ¿que pasó con ese canalla vividor del que estabas obsesionada...?; "es largo, muy largo de contar". Su voz sonaba ronca y desanimada, "¿Puedo pedir un trago?" desde luego... se apuró un sorbo enorme de aguardiente y su cara no se inmutó; "son más de diez años y ¿quieres que te cuente mi vida? es absurdo, pero ya que insistes, te diré"

Continuará...


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