sábado, 11 de noviembre de 2017

Pensamientos en prosa...

La prosa se teje en la seda,
se esculpe en el mármol y
se construye en el espacio
Inagotable de la imaginación...
H.Farwel.

De nuevo en un muy atípico sábado, le doy la palabra a la prosa, esa que siendo desagradable en veces al leerla, siente que tiene derecho a surgir de su asfixiada existencia y trascender a unas páginas menos desequilibradas y evitar así que se pierda como una metáfora que se comió el tiempo y el olvido, ese que hace parte de toda memoria:


Sombra y luz.
El alba y el ocaso se parecen al
igual que la luz y la ausencia final de ella ¿qué es el equilibrio de una vida
sino el vivir entre la sombra y la luz?
Sólo mira el Universo con sus hermosas galaxias brillando en el eterno marco de su negrura... que es belleza y es Paz, una paz que da miedo.



El permiso.
Sobre mi alma en pena, sobre mi vida toda, impertinencia sin sentido, ¿quién te dió permiso de entrar así a mi quietud de hogar?
¿porque invadiste e irrumpiste en mi cenobio de Paz?
Y ahora me extorsionas con que tienes que partir,
eso sería sucumbir a tus aires de salamera seducción.
Son angustias llenas de placer en un equilibrio de
fantasía y realidad. Y me extorsionas sabiendo que
ya no puedo vivir sin tí ni por un solo instante...
es mejor morir que renunciar a tu sublime invasión.




Culpa y miedo.
Tenía una mórbida tendencia a la tristeza,
exacerbada causa de su recalcitrante rebeldía,
estancado y ausente, tribulado y nostálgico;
mutilado en la culpa y el miedo de un cruel
espacio inamovible incapaz de acometer un final,
se mira como un espectro taciturno que poco
a poco se va difuminando roto en mil pedazos
de una tesitura abyecta y melancólica, vil y canalla.




La adivina.
Y fui a verla a su pequeño antro;
Ella podía hablar con el más allá
y se comunicaba con los espíritus,
como Casandra, veía el futuro y eso
la hacía atractiva a los muertos...
Ellos la eligieron como su preferida
y su talento la llevó a encontrar un
alma gemela que se la llevó desde
luego al más allá donde encontró
su verdadero y único amor que la
perdió para siempre...
Fui a visitarla a su pequeño antro
y no la encontré ya más.




Un prosa-ico saludo.

Hortensio.


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