domingo, 20 de septiembre de 2015

Hasday, el médico.

El sabio judío.

En un nuevo espacio de este placido domingo, recordar la vida del que fuera uno de los personajes más importantes y polifacéticos de Al-Ándalus y de la historia de la España misma, el médico, escritor y diplomático, militar, astrónomo, políglota y filósofo y príncipe de los judíos sefarditas, Abú Yusuf Hasday ben Isaac ibn Saprut (conocido como Hasday) y su amistad con su paciente y amigo el califa Abd al-Rahmán III, apodado an-Nasí (el Victorioso) y su sucesor Alhaken II. Para esta entrada tomo de base, un completo resumen de esta historia que apareció en un artículo de la autoría del investigador e historiador español Francisco Bueno García y reseñado en el blog iuventa.org.
Jaen fue cuna de este ilustre ser humano que vio la luz en la llamada 'Casa de los Rincones' en aquellos lejanos días de la civilización omeya y del gran 'Califato de Córdoba', en esa fantástica época de la llamada 'Tolerancia religiosa de Al Ándalus' del siglo IX y X, en donde vivían en paz los musulmanes, cristianos y los judíos, convirtiendo a este gran reino en un centro de sabiduría universal.
Hasday, estudió en su natal Jaén y desde muy joven mostró una gran disposición por las lenguas, así estudió y aprendió a la perfección el árabe escrito y hablado, el hebreo y desde luego el latín que lo estudió con el clero cristiano de Córdoba, que lo llevó a conocer las insipientes lenguas romances de toda Europa, así llegó a estudiar en sus lenguas originales los más destacados libros de la ciencia médica de entonces. Fue primero que todo un científico e investigador, farmacéuta de gran valía que lo llevó a reinventar la famosa 'triaca' una medicina a base de opio, polivalente y anti-veneno, conocida en la antigua Roma y que se perdió... Hasday la reinvento y la mejoró, así en una crisis de salud del gran Califa, el joven científico llego a su lecho de enfermo y lo curó, desde ese instante fue su médico personal y consejero, pues el rey descubrió todo el gran potencial de este ilustre judío tenía sobre todo en su forma cortes de hablar y dominar los idiomas.

En el año 948 Abd al-Rahman, recibió un regalo que procedía del emperador Romano de Constantinopla, consistía en dos libros muy antiguos, uno de ellos era un ejemplar del tratado de Dioscórides (De Materia Médica) en griego y la carta que transcribiré, Romano le pedía al Califa su ayuda para lograra una buena traducción del tratado más importante de medicina de la antigüedad (de la mano de Ibn Gugul) se nota la gran importancia que los reinos mostraban por la ciencia médica y que eran verdaderas embajadas de cultura y respeto las que se hacían en estas culturas ... decía:

"No puedo obtener provecho del Dioscórides más que con un traductor avezado en el griego y que conozca las propiedades de esas drogas. Si tienes en tu país a alguien que reúna estas dos condiciones, sacarás, oh rey, la mayor utilidad de este libro. En lo que se refiere al libro de Orosio tienes en tus estados, latinos quienes pueden leerlo en su lengua original; si lo entregan lo traducirán al árabe."

Lamentablemente en todo el reino de Córdoba no había nadie versado en el griego antiguo, por lo que el tratado quedó en la biblioteca de al-Nasir sin ser traducido al árabe, por lo que aconsejado por Hasday, quien se intereso vivamente por el Dioscórides, le pidio el Califa al emperdaor Romano, que le enviase a alguien que hablara el griego y el latín para enseñarle a sus esclavos y así convertirlos en traductores. Constantino VIII, le envió a un monje cristiano llamado Nicolás, que llegó a Córdoba por el año 951 y así se conocieron con Hasday, quien llegó a ser su más preciado y mejor amigo.

El Dioscórides era un tratado de farmacología estudiado en la antigua Gracia, 600 formulas de plantas, aceites y piedras medicinales y las propiedades de cada una de ellas y su aplicación terapéutica en cada enfermedad. La traducción y estudio del tratado médico, impulso la carrera política y científica del medico con la inestimable ayuda del monje Nicolás.

El Califa lo nombró, por la confianza que le inspiraba y sus grandes dotes, de agradable  y fácil palabra  de dulces maneras, amena conversación y de carácter franco, Jefe de aduanas del reino, debía cobrar los impuestos de los barcos que atracaban en sus puertos y posteriormente cuando organizó el cargo de aduanas fue nombrado Jefe de Protocolo, en sus palabras: 'A través de mí, los magnates extranjeros ofrecen sus regalos al Monarca'. Su conocimiento del latín y de las lenguas romances eran muy necesario para que el Califa se interrelacionara con el resto del mundo no musulmán y sobre todo con los reinos del norte de España.

En 940 Hasday es enviado por el Califa a Barcelona, para tratar de hacer una paz duradera con Suñer, dueño de la ciudad e hijo del franco Wifredo, enemigo irreconciliable con Abd al-Rahman III, apoyado por la flota cordobesa con base en Pechina; cuando la escuadra llego frente a Barcelona, Hasday ya había resuelto el problema y la escuadra volvió a sus bases, los notables catalanes uno a uno fueron firmando la paz. En 944 es recibida la embajada de Costantino VIII emperador de Bizancio, que envía el regalo de el Dioscórides y al monje Nicolás, donde se renueva la alianza con ese imperio; en el 956 ya como un avezado diplomático, recibe la delegación de Otón, emperador de Aquisgrán, quien estaba ofendido por unas cartas que se filtraron en donde había insultos y burlas religiosas, Hasday y el enviado Juan de Göritz, encontraron la manera de destruir las cartas y buscaron la paz de la frontera y así se logró este triunfo de la diplomacia Anda-lucí.

Pero su logro más sonado fue su relación médico- política con el rey de León, Sancho I, 'el Craso' un ser de una obesidad desmesurada por lo que se volvió energúmeno, vano y orgulloso, era tan gordo que no podía caminar sin ayuda y menos montar a caballo cosa muy grave para un rey de esa época, motivo por el cual era víctima y motivo de burlas continuas. Los nobles de León no podía ya soportar la situación de un rey al que consideraban ridículo, con la ayuda del 'hacedor de reyes' Fernán González, en la primavera de 958 lo depusieron y lo echaron del reino; pusieron en su lugar a otro indeseable, Ordoño IV, primo hermano de Sancho, que era jorobado, vil y perverso, toda una joya. Fue llamado Ordoño 'el Malo' lo eligieron pues era el único varón adulto de la familia real.
El Craso.
Los nobles de León no contaba con la abuela de Sancho, ella era nada menos que Doña TODA, reina de Navarra, quien había vencido al Califa, con la complicidad de militares árabes renegados, la reina de Navarra era sabia, astuta, de armas tomar y hábil para tender estratagemas y encima de palabra fácil y dulce... todo un peligro como enemiga. Ella no podía que su nieto fuese echado del trono y poner a la brava a su sobrino nieto en el trono y se propuso restaurarlo, para ello necesitaba un aliado poderoso que le ayudara a resolver el problema y pusiera en cintura la cintura del rey y ese médico estaba en Córdoba y no era otro que el famosísimo Hasday.  

Doña Toda, quien había estado en guerra por treinta años con Abd al-Rahman y comenzó lo que la historia conoce como la 'humillación de Pamplona'... La reina se la jugó por su nieto y mando una embajada al Califa quien se la tomó en serio y ver la forma de una paz duradera con los duros navarros. Sin dudarlo envió a Pamplona, a su más importante embajador y consejero, su médico personal Hasday, y el judio lleno las expectativas de la abuela-reina que lo recibió como un jefe de estado; el médico logró convencer a Toda y a Sancho, que el tratamiento debería hacerse en Córdoba, en donde se encontraba su consultorio y sus aparatos médicos, pero como cuota inicial del sacrificio para adelgazar debería ir a la capital del califato a pié y el lo acompañó indicándole que no era un paseo sino parte del tratamiento, tenía que 'sudar la gorda' y dieta de agua y pan. Cuando Doña Toda y Sancho aparecieron humillados en compañía de su médico, le dieron al Califa en todo el gusto, el pueblo entero salió a ver el espectáculo... Un califa mitad vasco, mitad omeya que sale a recibir a la reina de Navarra acompañada de su nieto el rey gordinflón de León, humillados pidiéndoles medicinas y armas fué toda una satisfacción para el Califa, quien luego de la humillación le dio una solemne y especial recibimiento en su  magnifico 'Alcazar de Az-Zahrá', sustentado por sus cuatro mil columnas de mármol. Se cuenta que en un maratónico tratamiento entre ejercicios, hiervas y dieta de presidiario, el rey decidido y obsesivo a bajar de peso, lo logró... "se puso como un junco" decían las lenguas fascinadas del tratamiento de Hasday. Y, con un rey decente y feroces soldados califales en la frontera, don Sancho I, al que despectivamente de decían el Craso, recuperó su trono sin una gota de sangre derramada. 

Pero no fue gratis, Hasday, le cobro a sus reales pacientes la bobadita de DIEZ FORTALEZAS, de la zona del Duero por su "mágico tratamiento" y las armas y soldados de Abd al Rahman. Al poco tiempo de éstos sucesos el Gran Califa omeya murió en el 961 asistido por su amigo y médico personal el 'Príncipe Nasi de las comunidades judías de Al- Ándaluz' y juez supremo de las aljamas de su pueblo y el encargado de velar por el pueblo de Israel, no solo en el califato sino más allá de sus fronteras. Al saber de su muerte los ingratos no quisieron pagar su compromiso y su heredero Al Hakem II, tres años después reclamó el débito a lo que el delgado y pedante rey Sancho, no quiso pagar su deuda... el nuevo Califa se preparó para la guerra.  

Murió en 970 con la ilusión verdadera de encontrar un reino para su pueblo en donde su gente no viviera en la servidumbre:

" Si ello sucediera yo renunciaría a los honores y a las dignidades. Todo lo abandonaría, y salvando montes y valles atravesaría tierra y mar para tener la gloria de arrodillarme ante un rey de la casa de Israel, gozarme en su grandeza y admirar su poderío..."

No lo logró, pero fue la persona más influyente en esa época de oro de la tolerancia religiosa que dio tantos sabios y cultura a su mundo y bases para el futuro de la humanidad; escribió el libro de la división de los tiempos (conocido como El Calendario de Córdoba) dedicado a el Califa Alhaken II, fundo universidades en toda Al-Ándaluz, en donde estudiaron sabios como Almanzor y Maimónides. Dunash ben Labrat, su alumno y al que protegió
fue un destacado poeta que dedicó a su maestrro varias poesías entre las cuales escogí esta sobre la proeza médico-diplomático-militar de la humillación de Pamplona:

Compón un poema de alabanza
en honor del Príncipe, jefe de ka Academia,
que destruyó totalmente las fuerzas extranjeras.
Está ceñido de gloria y majestad
revestido de la ayuda divina.

A los insolentes arrebató diez fortalezas
e hizo una gran poda
entre cardos y espinos.  
Trajo al hijo de Ramiro
a príncipes y sacerdotes.

A un señor, caballero y rey,
lo trajo como un peón, 
bastón en mano,
a un pueblo enemigo suyo;
arrastró también a la simple
la anciana Toda,
que reviste la realeza
como los varones,
con la fuerza de su sabiduría
con el poder de sus argucias,
con la multitud de sus estratagemas,
con la dulzura de sus palabras. 
   
La vida de Hasday, inspiró la bella novela histórica de Yael Guiladí, 'Los cipreses de Córdoba'. Búsquenla y léanla, es muy bella e interesante y se revela un detallado devenir de la vida de este gran hombre que supo hacer de su vida una historia de novela.

Un repetido abrazo de amistad.

Hortensio.


No hay comentarios:

Publicar un comentario