En éste 'plácido domingo' el inesperado encuentro de Hortensio, con Cristóbal Colón, en la recién reconquistada ciudad de Granada en Al-Andaluz, por el allá en el lejano día 17 de abril, en la primavera del año de Nuestro Señor Jesucristo de 1492. En la Villa de Santa Fe de la Vega de Granada, un día antes de lo que la historia ha conocido como 'Las capitulaciones de Santa Fe' se suscitaba este encuentro... vamos a los hechos y a las comillas:
Isabel y Colón revisando
las Capitulaciones de Santa Fe.
- ¡Que placer, pero qué placer mi querido Hortensio...! ¿que haces por estas tierras tan lejanas?
- Ya ves, detrás de mi destino; y tu, veo que estás muy contento y radiante, acaso ¿te ha ido bien en tu empresa de hacerte a la 'mar-oceana' como es tu sueño?
-Tu lo has dicho, Hortensio y a propósito creo no hay mejor persona para contarle mi más importante y añorada de mis cuitas.
-Veo que sales de palacio...perdón de 'La Alhambra' la bella y por tu cara veo que viste a la reina y por demás...
Isabel I de Castilla, protectora de Colón. |
- Sea pues, pero son las diez de la mañana y ya sabes...
- Hoy no importa nada, por fin se ha hecho realidad mi sueño y mi adorada Columba (así se refería a la reina Isabel de Castilla, un Colón un poco confianzudo y que desde luego a Ella no le disgustaba, ya eran más cinco años de amistad, desde Alcalá de Henares (Madrid) hasta Santa Fe de la Vega de Granada, de ruegos, negociaciones y peleas) lo ha hecho realidad, sí Hortensio me creyó y me ha dado el dinero que faltaba para la gran empresa... ¡Un Millón de maravedis! pero vamos a la posada del jilguero allí te cuento los detalles.
- Hombre Christophoros, ¿te puedo decir Cristóbal, es como más castellano, no lo crees?...
- Pues claro Hortensio, hoy puedes decirme como te plazca, ya me dieron el título de Don, como me llaman en la corte, por orden de Ella... Don Cristóbal Colón,
- Bueno Cristóbal, perdón Don Cristóbal... de verdad que es un bello beneplácito, pero como fue...
Me interrumpió cogiéndome del brazo y arrastrándome, -literalmente- me metió por la calle de Almacira rumbo al estanco de la posada.
- ¡Ha...!, que linda está mañana de abril que nos adelanta la primavera... es mi primavera.
Una vez instalados en la desocupada y maloliente estancia y no pudiendo refrenar su euforia, gritó:
-¡Mesonero... Alá mesonero!, una pinta de cerveza...-¿todavía tomas cerveza cierto?- para mi ilustre amigo y una jarra del mejor vino que se pueda encontrar en ésta adorable y bella Granada, que me ha devuelto las ganas de vivir...,
Con verdadera curiosidad le inquirí: -Vamos hombre cuenta, cuenta que me tienes en ascuas, pero antes te voy a pedir un inmenso favor... Cuéntame, cómo es Ella, ¿es tan bella como se cuenta? una vez la vi de lejos en Sevilla, pero muy tapada como corresponde a una reina católica.
- Trata de imaginarla, Ella también cumplió cuarenta años como yo, pero su semblante es tan terso y sonrosado cual el de una doncella, es rubia muy rubia, a semejanza de ciertas venecianas, pero lo más hermoso son sus ojos verdiazules con los que mira a conveniencia con ternura o con tal furor que hacen temblar a quien los mira... esa es mi Columba.
- Vaya, que entonces es una reina hermosa, pero ¿como fue lo del millón?
- Fue una faena de casi seis años y estoy citado para mañana que llega el rey para firmar las capitulaciones, en el que me han concedido casi todo lo que he pedido según me han confirmado mi comisionado don Fray Juan Pérez, de la Rábida.
- Felicidades por la terquedad de tu sueño que ya es un hecho, pero como se portó Ella y ¿porqué te creyó?
La entrega de Granada a los reyes Católicos por Boabdil 'El Chico' en enero de 1492. |
-Ha, esa historia comienza con una gran pelea con Ella, que yo creí era definitiva, figúrate, yo había visto izar los estandartes reales sobre las torres de la Alhambra, como te conté; había asistido a la humillación del rey moro, saliendo de su ciudad vencida para besar las manos de mis monarcas. Y ya se maduraban propósitos mayores: ya se hablaba de llevar la guerra al África. Pero, en cuanto a mi, todo era cosa de veremos, consideraremos, discutiremos, mejor sería esperar un poco, pues nada es tan socorrido como un día tras de otro día y la paciencia es grandísima virtud, y es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer... yo había conseguido ya un millón de maravedís con los genoveses de Sevilla y el banquero Berardi. Pero me hacía falta otro millón para hacerme a la mar.
Y ese otro milloncejo era el que Columba me prometía cada tarde, para retirármelo de madrugada- no tenía ni que decirlo- en el "vete ya" de la despedida. Pero una noche estallé. Repentinamente entre en iracundia, desde lo alto de mi boca le clamé que, aunque cortés y sumiso para con ella, atento a que una púrpura, aún invisible, envuelve siempre un cuerpo de reina, me sentía igual que cualquier monarca y tanto montaba yo, sin tiara enjoyada, pero aureolado por el nimbo de mi Gran Idea, como montaban las coronas de Castilla y Aragón.
No me atrevía a interrumpirlo, solo lo miraba como un bobo estupefacto sin quitarle la mirada de sus ojos adustos y de su boca de fácil palabra...
- "¡Marrano!" - me gritó- : "¡No eres sino un marrano!" - "¡Marrano soy!"- grité a mi vez: "¡y nadie puede saberlo mejor que tu, que me conoces en lo que soy y en lo que fuí!". Y, esta vez sin poder guardar ya el secreto que durante tantos años guardaba en mi, le revelé lo sabido... allá en la Tierra del Hielo, acerca de las navegaciones del Pelirrojo, hijo de Leif, y de la descubierta, para ellos realizada, de la Tierra Verde, y de las Tierra de Selvas, y de las Tierra de la Viña; le mostré el maravilloso paisaje de los abetos, de los trigales silvestres, de sus torrentes plateados de salmones; le pinte los monicongos, alhajándolos con collares de oro, pulseras de oro, petos de oro, cascos de oro, y le dije que también adoraban ídolos de oro, y que el oro en sus ríos, era cosa tan abundante como los guijarros en la meseta castellana... Y, ante el asombro que había enmudecido a Columba, le grite que me iba para nunca volver y que ahora ofrecería mi empresa al Rey de Francia, muy dispuesto a costearla, pues ése si que tenía mujer inteligente, muy atraída por el mar como buena bretona, digna descendiente de Elena-la-de-Armórica, hija del Rey Clohel, esposa de Constantino 'el Viejo', elegida por el Señor para exhumar la Cruz que descansaba a veinte palmos bajo tierra, en el monte Golgota de Jerusalén.
¡A gente así podía uno fiarse, y, por ello, me iba con mi tinglado a otra parte!... ésto que dije pareció enfurecer a Columba - "¡Marrano! ¡Cochino marrano! ¡Venderías a Cristo por treinta denarios!" - me gritó, mientras yo salía de la estancia con un gran portazo. Abajo, arrendada bajo los árboles, me esperaba mi buena mula torda. Enfurecido como nunca recuerdo haberlo estado -y más aún por haber largado el Gran Secreto que debí guardarme- cabalgué dos leguas cabales y me apeé en una posada
con el ánimo de beber tanto vino como pudiese caberme en el cuerpo.
con el ánimo de beber tanto vino como pudiese caberme en el cuerpo.
- Valla, debió ser terrible ese momento...
- Fue de verdad... terrible, recuerdo que las campanas sonaban llamando a misa, yo estaba sombrío; cada copa en vez de aligerarme el ánimo, me hundía en la desesperanza de quien ha cometido una falta irreparable. Lo había perdido todo. Todo. El regio favor, y una esperanza que, aunque nunca satisfecha, estuviese en pie, todavía, pocas horas antes... pero aquí viene lo bueno.
Tomó un gran sorbo de vino y se lamió los labios, sus ojos de color café claros, brillaron y su boca dejo ver sus dientes parejos en una sonrisa de satisfacción, me miró fijamente...
- Ya había vaciado una jarra de vino, cuando vi entrar un alguacil que, al juzgar por lo sudado y polvoriento del traje, debía haber alcanzado éste pueblo a matacaballos. Al verme, vino en rectamente hacia mi: Su Majestad me mandaba llamar a toda prisa, rogándome que no prosiguiera mi camino... Poco después de medio día, después de haberme refrescado el rostro y refrescado el atuendo, estaba ante mi real dueña.
- ¡Vale, que bien! pero... iba a continuar cuando con la palma de la mano delante de mi, hizo una señal de pare y una pausa estudiada...
- Toma, "¡Tienes el millón de maravedies!" me dijo. Lo había pedido al banquero Santángel con el autoritario apremio que yo bien le conocía. Le había dado, en garantía, unas joyas que, a la verdad, valían muchísimo menos. -"Las recuperaré cuando me plazca" - dijo: "Y sin devolver el millón." Me miró intencionalmente: -"Hemos expulsado a los judíos, bien vale un millón para Santángel, la ventura de poder permanecer en estos reinos en donde tiene tan buenos negocios." "Y ahora: ¡a enfardelar lo tuyo! Buena suerte. Y consigue todo el oro que puedas para que con él podamos llevar la guerra al África." - Y hasta reconquistar la ciudad de Jerusalén como se conquistó el Reino de Granada" dije. - "Acaso" dijo ella... - Pero a nadie debes confiar mi Gran Secreto. -"¡No soy tan necia!" -dijo ella: "En ese secreto hay gloria para ambos" - "Te inspira el Espíritu Santo" -dije, besándole las manos. "Acaso será dicho esto en libros futuros" dijo ella: - "Libros que sólo se escribirán, desde luego, si algo descubres." - ¿Lo pones en duda? - "Alea jacta est."
- Y aquí estoy, Hortensio, celebrando contigo que puedo ya realizar mi sueño... ¿Porqué no te vienes conmigo, y compartes mi Gloria?
- Que más quisiera, pero tengo una tarea tan ineludible como tu sueño... Dios te guarde, querido Colón.
Tras de su azaroso cuarto viaje de vuelta llegó Colón, enfermo a Sevilla el 7 de diciembre de 1504 para recibir la infausta noticia de que en el palacio real de Medina del Campo (Valladolid) el día 26 de noviembre de ese año Isabel, la última de la casa Trastámara, su 'Columba' su principal veladora y protectora de sus proyectos, había muerto de un agresivo cáncer en la matriz, con Ella, casi que acabaron sus sueños...
Tomó un gran sorbo de vino y se lamió los labios, sus ojos de color café claros, brillaron y su boca dejo ver sus dientes parejos en una sonrisa de satisfacción, me miró fijamente...
- Ya había vaciado una jarra de vino, cuando vi entrar un alguacil que, al juzgar por lo sudado y polvoriento del traje, debía haber alcanzado éste pueblo a matacaballos. Al verme, vino en rectamente hacia mi: Su Majestad me mandaba llamar a toda prisa, rogándome que no prosiguiera mi camino... Poco después de medio día, después de haberme refrescado el rostro y refrescado el atuendo, estaba ante mi real dueña.
- ¡Vale, que bien! pero... iba a continuar cuando con la palma de la mano delante de mi, hizo una señal de pare y una pausa estudiada...
Colón llega a Santa María la Antigua del Darién (Colombia) En cuyo honor es la única república que lleva su nombre, como recuerdo de su grandiosa gesta. |
- Y aquí estoy, Hortensio, celebrando contigo que puedo ya realizar mi sueño... ¿Porqué no te vienes conmigo, y compartes mi Gloria?
- Que más quisiera, pero tengo una tarea tan ineludible como tu sueño... Dios te guarde, querido Colón.
Tras de su azaroso cuarto viaje de vuelta llegó Colón, enfermo a Sevilla el 7 de diciembre de 1504 para recibir la infausta noticia de que en el palacio real de Medina del Campo (Valladolid) el día 26 de noviembre de ese año Isabel, la última de la casa Trastámara, su 'Columba' su principal veladora y protectora de sus proyectos, había muerto de un agresivo cáncer en la matriz, con Ella, casi que acabaron sus sueños...
Ese golpe fue muy duro para el pobre Colón, que venía con la intensión de hacer valer algunos puntos de las capitulaciones de Santa Fe,que no se habían cumplido... persiguió a la corte y al rey Fernando, que en Segovia, lo despachó con buenas palabras y promesas de revisar su caso; al ver que no se cumplían, lo siguió hasta Valladolid en donde ya no pudo más, un fuerte ataque de poliartritis reumatoidea le afectó el corazón que dejo de latir ese 20 de mayo de 1506; antes de poner fin a sus desvelos, se le oyó decir muy quedo... Columba, Columba.
Así terminó esa historia de amistad y cariño entre la Reina y el Marino, de Isabel la 'Columba' con Colón, uno de los personajes, -qué duda cabe- más importantes y controvertidos de la Historia Universal.
"Las llaves de mi voluntad te las di en Barcelona"... palabras que aparecen en una carta de Colón a su amada Reina. En el lenguaje erótico - encriptado - la llave es el utensilio que penetra en la cerradura y permite la apertura de la puerta. Esta carta de 'amor' se conserva en el archivo Simanca de Valladolid y está escrita en Ladino, la lengua hablada por los judíos sefardí.
Un abrazo de corazón a corazón.
Hortensio.
En un sueño de abril de 1.492
Así terminó esa historia de amistad y cariño entre la Reina y el Marino, de Isabel la 'Columba' con Colón, uno de los personajes, -qué duda cabe- más importantes y controvertidos de la Historia Universal.
"Las llaves de mi voluntad te las di en Barcelona"... palabras que aparecen en una carta de Colón a su amada Reina. En el lenguaje erótico - encriptado - la llave es el utensilio que penetra en la cerradura y permite la apertura de la puerta. Esta carta de 'amor' se conserva en el archivo Simanca de Valladolid y está escrita en Ladino, la lengua hablada por los judíos sefardí.
Un abrazo de corazón a corazón.
Hortensio.
En un sueño de abril de 1.492
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