jueves, 15 de mayo de 2014

Mi viejo reloj.



De los 'Poemas Dislocados' de 1.989...

                                                                 
                                                                 Mi viejo reloj.
Cada amanecer, mi viejo reloj me dice
con su terco tic-tác, que mi vida se me
está escurriendo entre las puntiagudas
manecillas de su agonía...

Me siento ausente incesantemente ausente
otro día de rutina y mi viejo reloj me lo dice:
"no reniegues, sólo subsiste..."
y me revelo, no quiero subsistir solo vivir
y dejarme llevar por la añorada Libertad.

Pero nada puedo hacer, mi viejo reloj ese
'obtuso dictador' me dice que son las seis 
y tengo que entrar a mi rutina a las ocho,
"no seas idiota, ¿Qué es eso de Libertad...?

"Muévete o llegarás tarde y ya van dos,
¿me quieres dejar sin mi rutina...?
piensa solo en  tu 'pensión de retiro'
no en estúpidas Libertades,
¡ya habrá tiempo para eso!..."

A las siete salgo en busca del
diario ejercicio de la subsistencia
y mi viejo reloj siempre tiene razón:
¡ya habrá tiempo para otras cosas!
menos para pensar en Libertad.
Esa está por ahí...

                                                 Farwel 1.989 




Esquirla N° 21 

En las fronteras del hastío
donde se pierden los nombres del amor,
sólo se presienten tumbas y sombras
y senderos sin memorias de olvido...



Tiempo cruel... déjame.

¿Cómo se encuentra el tiempo en el silencio?
¿Cómo se puede en el silencio retomar un segundo?
El tiempo, ese eterno y mortal enemigo del ser
nos da su mano y nos aprieta...

En minutos sentimos en nuestra piel ese tiempo
que en su quietud de milenios se mueve...
que se mueve y se mueve con sus milenarias
horas que no tienen regreso que no tienen piedad.

Y su presencia que es ausencia mortal, se nos muestra
 con ese intermitente vaho tórrido y helado de su aliento.
¡Oh! tiempo cruel, déjame descansar en el canto
de la bienvenida muerte que no siempre esperamos,
que no siempre sentimos, que no siempre deseamos.

                                                               Farwel. 1989
                                                        

                   Dolor de ausencia.

Y me duelen los ojos de buscarte en la penumbra,
y mi boca de pronunciar tu amado nombre,
y me duele el alma de no encontrarte en mi destino,
y todo mi ser se derrumba ante la añoranza de tu amor.

Y me consumo en el grito de dolor de un espejismo,
y te ansío y te quiero y te deseo y te anhelo, y...
pero sin tu presencia, ¡que le voy hacer!
solo me queda tomar el melancólico camino de
perderme en la tiniebla de la nada...

                                                     Hortensio 1.989


Después de un fuerte abraso, les deseo lo mejor...

Hortensio.

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