domingo, 20 de abril de 2014

Siete Esquirlas y un poema de Farwel.

Mi abuelo es alguien con 
plata en su cabello y oro
en su corazón.
Anónimo.

De mi pequeño cuaderno de 'Esquirlas y Haikus' toma, esta pequeña muestra, en 
éste especial Plácido domingo.


Esquirla N° 14

Cerrada aquella puerta,
El tiempo y el espacio... ¿Eternidad...?
inicie una nueva vida.
En ella no estabas tú...
la volví abrir.






                                                

   Esquirla N° 15 

Nacido de la conjunción
de diversos defectos,
entre otros mi viejo vicio..
Nacido para la lujuria.


Esquirla N° 16

El tiempo por sí solo
sabrá cambiar a eternidad...
el momento en que mi cuerpo
no sea capaz de seguir vivo.

Esquirla N° 17

El tiempo que todo lo devora,
solo nos deja en la vida...
una gran pátina de recuerdos
con los cuales nos toca vivir.

Esquirla N° 18

Renegué y repudié,  denigré y maldije
de mi absurdo y miserable pasado...
por eso mismo se que no merezco ni aspiro
al estúpido e incierto futuro que me pueda tocar.

   

Esquirla N° 19
En el laberinto de tus silencios
nunca pude escuchar palabras,
solo sonidos átonos y sordos
que forjaron el sonido de tu voz.


Esquirla N° 20

Si me amas.
¿porqué tu mirada de sospecha?
¿porqué te mides en la entrega?
Si me amas... ¿Por qué?


Abuelo no me pises, ¿¡que dirá don Quijote!?

EL ABUELO QUE NUNCA CONOCÍ.
Y era como un roble
Contaba mi abuela,
su corteza muy firme
añoso él pero bello.

Sabía agradar desde su silencio
pues era su esencia... la sabiduría,
el mundo de la familia giraba
en torno de la vieja figura que
inspiraba respeto en su mirada
siempre dulce y profunda.

Era justo y bueno cuando
amaba sus certezas,
sabio en sus conceptos y consejos
 fue siempre firme en sus escasas furias...

Cumplidor de sus promesas
implacable ante la injusticia
equilibrado en sus emociones
jamás llegó a tener desmesuras...

Y su amor  fue limpiamente sincero
por lo que la placidez colmo sus días,
referente de mesura fue piadoso
en el castigo y el reproche...

En ese... el 'Puente siniestro'
en una noche negra de tormenta
el destino hizo presencia,
desde su brioso caballo 
sin retorno rindió su vida.

Se llamaba Eduardo y fue
el abuelo que nunca conocí.

                             Hortensio Farwel. 
                              (Ramiriquí, Boyacá 1996)


Un abrazo grande como el cielo de Boyacá.

Hortensio.



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