Los seres humanos (Paleolíticos) desde sus remotos tiempos, desde las nebulosidades de la prehistoria, en forma indudable, poseyeron un formidable sentido de la destructibilidad de sus cuerpos como una idea clara de lo que era la muerte y con ella el 'desgraciado germen' de la religiosidad, creencias de burdas supersticiones, fideismos simples, ridículos e ingenuos que desde luego no dejaban aquilatar las verdaderas ideas religiosas de aquellos pueblos.
El horror a la descomposición cambió el concepto de la muerte. |
El miedo a lo desconocido y todo cuanto le era extraño e incomprensible, le concedían la categoría de cosa sobrenatural, prodigiosa, pero sobretodo al paso decisivo a la reflexión y desde luego todo aquello se prestaba a la confusión de lo portentoso con lo mágico para dar características de divinidades a espacios muy limitados como por ejemplo, totems, piedras, parajes, animales, etc. en donde suponían que podrían habitar los espíritus de seres que podrían ser benévolos u hostiles.
Sin que llegasen a comprender el sentido de eternidad, es posible que los cerebros más evolucionados, poseyeran una vaga creencia en un alma que pudiera sobrevivir a los estragos pútridos del cuerpo cuando sobreviniera la muerte; y por ciertas evidencias simbólicas se empezó a creer que después de la vida esa entidad llamada 'alma' empezaba a disfrutar de un poder más fuerte que antes y empezaba a rondar, de preferencia, su antiguo hogar en torno al cadáver y a sus seres queridos... desde esos remotos tiempos pasando por todas las épocas de la humanidad hasta nuestros días, los ignorantes han guardado un temor irracional a los espíritus de los muertos.
Como le tenían miedo a esos espíritus, a esas almas que vagaban por el espacio en los sitios y en todas direcciones, en los más oscuros senderos o bosques densos, para que no se pusieran coléricos ni furiosos por no atenderlos, los contenían con ofrendas para conjurarlos y que así les fueran favorables, de lo contrario mandarían sequías o lluvias, espantaban la caza, traerían enfermedades y desde luego la muerte...siempre como castigo.
Pinturas rupestres. |
Pero es digno de apreciar, cómo hasta el hombre paleolítico tenía un gran respeto por los cadáveres, fruto de ese miedo irracional por el alma o espíritu de ese hombre que convivió con ellos y que ahora se descomponía pútridamente ante sus ojos ingenuos; eso lo sabemos por la aparición de las primeras tumbas y sepulcros de nuestros ancestros... posteriormente aparecen los 'más vivos' y se convierten en brujos, chamanes, sacerdotes y el resto de esa casta de vividores que han hecho el mayor de los negocios de la humanidad con el miedo del más allá con los idiotas del más acá.
¡Qué antropología más lamentable! qué le vamos a hacer... seguiré ahondando en tan apasionante tema en futuras entradas-
Un fúnebre abrazo,,,
Hortensio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario