domingo, 1 de junio de 2014

Un cuento de la tradición Sufí.


El más grande símbolo de la cultura Sufí.
Un emperador estaba saliendo de su palacio para dar un paseo matutino  cuando se encontró con un mendigo.

Le preguntó:
- ¿Qué quieres?

El mendigo se rió y dijo:
- ¿Me preguntas como si pudieras satisfacer mi deseo?

El rey se rió y dijo:
- Por supuesto que puedo satisfacer tu deseo. ¿Qué es? simplemente dímelo.

Y el mendigo dijo:
-Piénsalo dos veces antes de prometer.

El mendigo no era un mendigo cualquiera. Había sido el maestro del emperador en una vida pasada. Y en esta vida le había prometido: "Vendré y trataré de despertarte en tu  próxima vida. En esta vida no lo has logrado, pero volveré..."

Insistió:
-Es un deseo muy simple. ¿Ves aquella escudilla? ¿Puedes llenarla con algo?

Por supuesto - dijo el emperador.
Llamó a uno de sus servidores y le dijo:
- Llena de dinero la escudilla de este hombre.

El servidor lo hizo... y el dinero desapareció. Echó más y más y apenas lo echaba desaparecía. La escudilla del mendigo siempre estaba vacía.
Todo el palacio se reunió. El rumor se corrió por toda la ciudad y una gran multitud se reunió allí. El prestigio del emperador estaba en juego.

-Estoy dispuesto a perder mi reino entero, pero el mendigo no debe derrotarme.

Diamantes, perlas, esmeraldas... los tesoros iban vaciando. La escudilla parecía no tener fondo. Todo lo que se colocaba en ella desaparecía inmediatamente. Era el atardecer y la gente estaba reunida en silencio. El rey se tiró a los pies del mendigo y admitió su derrota.


Escudilla precolombina.
Le dijo:
- Has ganado, pero dime antes de que te vayas, satisface mi curiosidad. ¿De qué está hecha tu escudilla?

El mendigo se rió y dijo:
- Está hecha del mismo material que la mente humana. No hay ningún misterio secreto... simplemente está hecha de deseos humanos.

Un abrazo desprovisto de codicia.

Hortensio.

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